Dicen que fue hace alrededor de mil años, pero ya nadie recuerda la fecha exacta. Un volcán se abrió paso hacia la superficie del mar de la China Oriental, creando una isla cuyas costas se separan equidistantemente nada menos que con la República Popular China, la República de Corea y Japón.

La leyenda cuenta que allí, en el cráter conocido como "El Paso Sagrado" en idioma local, un poderoso demonio llamado Gabuliel, surgió de las entrañas de la tierra para castigar y someter a la población nativa de la región. En las propias palabras transmitidas por generaciones de antaño, reza que la única manera de aplacar su ira era mediante un horrendo ritual, donde se le ofrecía el sacrificio de un niño de corazón puro en cada noche de luna nueva. Sin embargo, evidencias científicas sugieren que se trataría de una antigua costumbre de entregar un infante como ofrenda a un culto y no de matanzas infantiles, que hubieran mermado a la población local.

Siglos más tarde, registros escritos dan cuenta de la existencia de un monasterio de peculiares características que difieren de la tradicional arquitectura de la época. Cuentan sobre la vida diaria y las costumbres de un lugar donde se instruía a varones jóvenes en la orden del culto a Gabuliel. En esta suerte de claustro convivían niños de todas las edades, quienes abandonaban el monasterio para oficiar como sabios mensajeros de Gabuliel a través de los pueblos de la región, aunque sólo unos pocos lo conseguían. La mayoría de los jóvenes que ingresaban al claustro no salían jamás.

Durante la primera década del siglo XX, el monasterio sufrió una drástica remodelación que lo convertiría en un internado, que con el tiempo sería reconocido con el nombre de Blue Garden. Por aquella época, la isla pasaba por el comienzo de un período de auge y desarrollo impulsado por las mentes geniales que instruían a la juventud de sus habitantes, un auge que no pasó desapercibido para los más ricos de los países aledaños, quienes no dudaron en enviar ahí a sus hijos para que recibieran tan prestigiosa formación. Así, los rumores acerca de las misteriosas desapariciones de los alumnos fueron haciendo eco entre más y más oídos, hasta que llegaron a conocimiento de ángeles guardianes entre los mortales. Pese al peligro que significaba para ellos, los ángeles acordaron infiltrarse entre los estudiantes de la institución con el fin de descubrir la verdad detrás de tanta muerte. Y lo lograron, dando inicio así a una guerra fría donde ángeles luchaban por proteger a los inocentes por un lado y los demonios intentaban mantener su modo de vida por el otro, mientras sostenían la fachada del exitoso internado de élite.

Finalmente, tras varios años de pujas y altercados, los ángeles triunfaron. El portal demoníaco que yacía en el núcleo del volcán fue cerrado y los pocos demonios que lograron sobrevivir al duro enfrentamiento decisivo se vieron obligados a huir y ocultarse en los confines de la tierra, despojados de todos sus poderes y habilidades. Del castillo que alguna vez fue el internado más prestigioso del globo no quedaron más que algunas ruinas. Los alumnos regresaron a sus hogares ignorando la verdadera naturaleza del horror del que sobrevivieron y Blue Garden cerró bajo la excusa de un desastre climático. La isla de Jeju, ya sin su mayor fuente de ingresos, en poco tiempo perdió a sus habitantes que comenzaron a emigrar en busca de nuevas y mejores oportunidades. La región quedó desierta, el volcán dormido, apagado... muerto.

Pasaron cinco largos años antes de que algunos sismólogos dirigieran su atención hacia la isla de Jeju, alertados por los datos que recibían sus sensores que detectaban actividad en el viejo volcán. Casi no tuvieron tiempo de dar una precisa alarma frente a una nueva erupción que, pese a todo, resultó un estruendo más bien leve en comparación a los días de su nacimiento de antaño. Una explosión poco importante, un evento sin relevancia ni consecuencias que tardó no más de un par de semanas en estabilizarse sin dejar apenas daños palpables. Pero no se necesitó más para que la isla volviera a ser el foco de atención, llamando el interés de un grupo de inversionistas anónimos que decidieron emprender la aventura de reformar y modernizar el legendario internado para varones.

Hará un año atrás, Xa-Wue, tercer príncipe del averno y uno de los más poderosos demonios que jamás haya existido, surgió de las entrañas de la tierra, reabriendo el portal que conecta el Reino Infernal con el mundo humano, con el propósito de recoger el legado dejado por Gabriel y devolverle a los demonios su esplendoroso santuario, conocido por el nombre de Blue Garden.

Xa-Wue no solo se ocupó de reformar el internado bajo la fachada de “inversionistas anónimos”, además, implementó a lo largo y ancho del subsuelo de la isla una red de símbolos mágicos capaz de conducir y almacenar la energía corrupta de la que se nutren los demonios, aquella poderosa esencia que liberan las almas al ser expuestas al pecado. El internado proveería con su alumnado el combustible para las fraguas que se ubican en el subsuelo del edificio principal, así aseguraría una constante fuente de alimento para la flamante comunidad de demonios que congregaría en la isla.

El Pacto de Sangre es, en resumidas cuentas, un contrato que todos los demonios y empleados de Blue Garden y el Castillo Dorado firman apenas llegar a la isla, con, como indica su nombre, su propia sangre.

Este contrato de carácter mágico, compromete a todos sus miembros a respetar y defender los intereses de la institución, haciendo especial hincapié en la confidencialidad respecto a la identidad real de los moradores y el propósito de la isla, así como les compromete a aportar almas a la red de corrupción a cambio de una fuente constante de alimento y poder.

Quien rompa el pacto, independientemente de su raza y ocupación, se verá automáticamente despojado de todos sus poderes y recuerdos, para vagar a la deriva sin rumbo ni sentido.